miércoles, 12 de marzo de 2014

¿Pandemia de neurotoxicidad en el desarrollo? Un asunto polémico y complejo

Fuente
Un artículo de revisión recién publicado en The Lancet neurology por científicos de Harvard y Mount Sinai, apunta a diversos productos químicos de síntesis utilizados por la industria como causantes de diferentes trastornos neurológicos. Según ellos, las numerosas toxinas del medio ambiente están detrás de la creciente incidencia en trastornos cognitivos y conductuales. Lo llaman la pandemia de neurotoxicidad en el desarrollo. Me ha parecido algo atrevido, así que me gustaría compartir mis pesquisas, y algo complejo: las mejoras que quedan por aplicar a los mecanismos de control.



¿Por qué es importante el artículo?

- Ilustra la gran brecha temporal entre el descubrimiento de toxicidad de una sustancia y su regulación.
- Alerta sobre análisis que no se realizan, como la toxicidad en el desarrollo
- Hace tiempo que se postula que diversos productos de síntesis química están detrás de un amplio rango de trastornos neurológicos. Trastornos que abarcan desde etapas fetales hasta la vejez (ver imagen adyacente). Esto, que hace poco era sólo una hipótesis, va tomando cuerpo de una teoría. Y vemos su nacimiento en "tiempo real"
- Hacen una revisión de un tema tabú, y piden urgentemente regulación internacional. Es una revisión, publicada en una revista importante en Medicina, por dos reconocidos médicos de instituciones excelentes. Y, a pesar de tener dudas sobre si es una pandemia, se suma a una serie de artículos alertando sobre el mismo tema.

El problema

Captura del artículo original
El artículo es, de hecho, la ampliación de otra revisión publicada en 2006. Desde entonces se ha confirmado la neurotoxicdad de nuevos productos químicos: manganeso, flúor, glifosato (sí, el herbicida estrella de Monsanto) diclorodifeniltricloroetano, tetracloroetileno, éteres difenil polibrominados (disculpen mis errores de nomenclatura sistemática) entre otros. Y aquí vemos uno de los problemas. ¿Cuánto tiempo hace que circula el flúor como producto de uso habitual? ¿Y el manganeso? ¿Por qué no se detectó antes que era neurotóxico?

Como bien dicen los autores: “El reconocimiento de la toxicidad de productos como neurotóxicos requiere de décadas de escrutinio, como en el caso del plomo y el metilmercurio. Y en la mayoría de casos el diagnóstico se hace a raíz del envenenamiento de trabajadores expuestos a dosis altas de esas sustancias [...] Así que el reconocimiento de una toxicidad subclínica todavía tarda más en demostrase y aceptarse. Algo recurrente es que los primeros estudios de toxicidad subclínica eran ignorados o desestimados.

“Ejemplos clásicos de los nuevos productos químicos que eran introducidos por sus propiedades, pero que se mostrarían nocivos más adelante, incluye varios neurotóxicos: el asbesto, la talidomida, dietilestilbestrol, DDT y los chlorofluorocarbonados. Un tema recurrente en cada uno de estos casos, es que la introducción comercial y amplia difusión de los productos químicos precedió cualquier sistemática para evaluar la toxicidad potencial. Particularmente ausentes fueron les estudios para evaluar el impacto en estadios tempranos.”


Un clásico, el vídeo de promoción del DDT de 1947:"Tan seguro que se puede comer".
Ilustra muy bien los atrevimientos ante la falta de estudios y regulación.


"Si la talidomida hubiera causado una pérdida de diez puntos del cociente de inteligencia (IQ) en lugar de evidentes defectos en las extremidades tras el nacimiento, probablemente todavía estaría en el mercado " dijo el director del NIEHS. Muchos productos químicos industriales comercializados en la actualidad causan probablemente déficits de IQ menores a 10 puntos y pasan desapercibidos, pero sus efectos combinados podrían tener enormes consecuencias.”

Vean en el cuadro adyacente la reducción de IQ ante distintas exposiciones a productos químicos derivados del uso industrial.

Las propuestas 

Imagen de cerebros de adultos que
fueron expuestos a plomo en la niñez,
comparados con adultos no expuestos.

Se observa una disminución del volumen
(rojo) en el cortex prefrontal. Fuente. 

Extraído de Decreased Brain Volume in
 Adults with Childhood Lead Exposure
Cómo hemos dicho alguna vez en este blog, necesitamos una nueva regulación. En concreto los agroquímcos están siendo objeto de multitud de estudios últimamente, con efectos preocupantes, sobre el aumento del riesgo de Parkinson, cáncer (2), la "hiperactividad" (TDAH), entre otros trastornos neurológicos. Y hay bastantes evidencias que los químicos de síntesis están detrás la muerte masiva de abejas y de graves efectos sobre ranas, y otra fauna acuática, entre otros efectos medioambientales. Recientemente se describían los cambios que produce el Bisfenol A en el desarrollo, y por ello se prohibió en objetos que tuvieran contacto con niños. Por si fuera poco, la American Association of Pediatrics, la institución de pediatría más prestigiosa del mundo, publicaba un artículo de una rotundidad que me asombró. "Hay que evitar la exposición de pesticidas en niños" 

La gran mayoría de los más de 80.000 productos químicos industriales ampliamente utilizados en los Estados Unidos nunca han sido evaluados por sus efectos tóxicos sobre el desarrollo, señalan los autores. Algo que todavía añade más complicación es que el cerebro en desarrollo es particularmente sensible a la exposición a tóxicos. Otro problema añadido de una regulación postdictiva, es que muchos de esto productos son persistentes en el medio ambiente, y bioacumulables. De forma que sus efectos tóxicos se extienden hasta décadas posteriores a su prohibición (ejemplos de ello son el DDT, el amianto, el mercurio, PCB's , y en general todos los POPs). En esos casos, cuando se descubren sus efectos tóxicos, los daños son  muy difíciles de contener; de ahí la resultante "pandemia". Además, los costes de remediar son infinitamente mayores de lo que hubiera costado hacer los ensayos de toxicidad. Unos costes que se trasladan a los sistemas de salud, y pocas veces se asumen por los causantes del problema.

A pesar de tener herramientas muy modernas, continuamos con evaluaciones algo sesgadas y poco predictivas. Y cuando se detectan evidencias de toxicidad se tardan muchos en años en regular el producto (¿recuerdan la agnotología?) ¿Por qué no se hacen esos estudios? El problema es que son muy caros y lentos, lo cual retrasa la aparición comercial. A demás la investigación pública sobre efectos adversos recibe mucha menos atención que la investigación de aplicaciones, por repercusiones económicas obvias. Y es muy difícil obligar a la industria a hacer esos tests, aunque quizás sería lo adecuado. Pero tendría varias consecuencias, entre ellas, el retraso de aparición de nuevos productos y tecnologías. En lo relativo a los productos farmacológicos, donde se obliga a la industria a hacer estudios mucho más rigurosos, no están exentos de problemas hasta en el 50% de los casos hay algún tipo de sesgo.Así que hallar una solución óptima no es fácil.

La falta de sistemática en las pruebas para averiguar neurotoxicidad, y la reticencia de la industria hace que muy pocos productos estén evaluados para dichos efectos. A pesar de haber una nueva propuesta de ensayos, los estudios son caros. Y además hace falta una gran cantidad de pruebas necesarias para demostrar su toxicidad. Esto hace que el tiempo que pasa desde que se descubren los efectos tóxicos hasta que se regula sea enorme.

El gran problema subyacente, apuntan los autores, es que los nuevos productos de síntesis química se consideran seguros hasta que se demuestre lo contrario. Algo que ya hablamos, que la evaluación del riesgo está desfasada [1]. Está claro que la industria no va a financiar voluntariamente los costes de unos estudios que podrían retirar sus productos del mercado. Y no me malentiendan, no es que la industria sea malvada. Hay regulaciones que si no se imponen por legislación estamos pidiendo a empresarios que asuman voluntariamente una gran desventaja competitiva. No se puede culpar a un empresario por maximizar su beneficio dentro del marco legal, de hecho en muchos países están obligados a ello por ley. Así que todo el peso recae sobre instituciones públicas, que se ven a menudo desbordadas. A ésto se suma el hecho, de las polémicas derivadas de este tipo de investigaciones desanima a investigadores independientes. Dado que descubrir efectos adversos de estos productos genera problemas con la industria, cada vez son menos los que optan por este campo.

Los autores proponen que "no se debería dar la presunción de seguridad a aquellos productos de síntesis química que no han estado probados en estudios de desarrollo, y todos los existentes y los nuevos deberán ser evaluados en relación a su neurotoxicidad en el desarrollo”. Para evaluar la neurotoxicidad apuestan por la integración de métodos in vivo, in vitro e in silico para hacer una aproximación integrada. Y reclaman urgentemente la creación de un centro de intercambio internacional sobre la neurotoxicidad.

Reflexiones

Y digo yo, ¿vamos a evaluar sólo neurotoxicidad en el desarrollo? Cada año descubrimos nuevas interacciones: metagenómica, infecciones secundarias (cómo vimos que pasaba con las abejas), selección de parásitos, nanotoxicidad, epigenética, y vaya a usted a saber qué otros. Los costes serían inmensos, y parece poco practicable en nuestro actual entorno político-económico que haya voluntad para realizarlos. Incluso en el caso que tuviéramos datos de todos los efectos de las sustancias sobre los posibles efectos sobre la salud, todavía estaríamos cometiendo algunos sesgos. Por ejemplo no evaluaríamos el efecto cóctel, esto es, el efecto de las sustancias combinadas (para ver un listado de algunos posibles sesgos, accedan a la entrada del blog: quimiofobia); y para algunos científicos, el verdadero responsable detrás de esta pandemia. Esa es la historia de la regulación, cada vez hay que evaluar más riesgos para ponerse a la altura de los avances en medicina y toxicología.

Como era de esperar, en los casos en que se compromete a la industria, las críticas no han tardado. Y estoy de acuerdo con muchas de ellas, sobre todo con la debilidad de los datos epidemiológicos en algunas asociaciones (por ejemplo la del flúor). Y es que precisamente eso muestra que necesitamos más estudios, porque esa debilidad brota de la falta de datos. Y en el fondo, refuerza la preocupación hacia los mecanismos de evaluación y regulación, especialmente en la detección de síntomas subclínicos. Y es que más allá de pandemias (admitiría que es discutible con los datos de que disponemos), este asunto nos invita a reflexionar sobre nuestros mecanismos de regulación, y cómo implantarlos. Todavía nos queda camino por recorrer para tener una evaluación toxicológica y regulación óptimas ¿Cómo podemos disfrutar de los avances de la ciencia y la tecnología sin asumir riesgos demasiado grandes? Ya ven que el tema de la regulación es muy complejo ¿Entonces qué?

Todo apunta hacia el principio de precaución, como dicen los autores del artículo. Pero tampoco es sencillo. Y a pesar de haber cierto consenso en círculos científicos, especialmente en bioética, la industria lo mira con mucho temor por lo que implica. Pero eso ya es otro tema. Espero poder dedicarle una entrada pronto.

Todos los cuadros son del artículo original
Neurobehavioural effects of developmental toxicity

Algunos de los artículos citados:

[1] National Research Council. Science and decisions: advancing risk assessment. Washington, DC: National Academies Press, 2009.
Pesticide exposure in children. Roberts JR, Karr CJ; Council On Environmental Health. Pediatrics. 2012 Dec;130(6):e1765-88. doi: 10.1542/peds.2012-2758. Epub 2012 Nov 26. Erratum in: Pediatrics. 2013 May;131(5):1013-4
Attention-deficit/hyperactivity disorder and urinary metabolites of organophosphate pesticides. Bouchard MF, Bellinger DC, Wright RO, Weisskopf MG. Pediatrics. 2010 Jun;125(6):e1270-7. doi: 10.1542/peds.2009-3058. Epub 2010 May 17.
Pesticides reduce regional biodiversity of stream invertebrates. Beketov MA, Kefford BJ, Schäfer RB, Liess M. Proc Natl Acad Sci U S A. 2013 Jun 17.
A common pesticide decreases foraging success and survival in honey bees. Henry M, Béguin M, Requier F, Rollin O, Odoux JF, Aupinel P, Aptel J, Tchamitchian S, Decourtye A. Science. 2012 Apr 20;336(6079):348-50. doi: 10.1126/science.1215039. Epub 2012 Mar 29.
Pesticide exposure and neurodevelopmental outcomes: review of the epidemiologic and animal studies. Burns CJ, McIntosh LJ, Mink PJ, Jurek AM, Li AA. J Toxicol Environ Health B Crit Rev. 2013;16(3-4):127-283. doi: 10.1080/10937404.2013.783383.
Exposure to pesticides or solvents and risk of Parkinson disease. Pezzoli G, Cereda E. Neurology. 2013 May 28;80(22):2035-41. doi: 10.1212/WNL.0b013e318294b3c8.
Persistent organochlorine chemicals in plasma and risk of non-Hodgkin's lymphoma. De Roos AJ, Hartge P, Lubin JH, Colt JS, Davis S, Cerhan JR, Severson RK, Cozen W, Patterson DG Jr, Needham LL, Rothman N. Cancer Res. 2005 Dec 1;65(23):11214-26.
Hazard-ranking of agricultural pesticides for chronic health effects in Yuma County, Arizona.
Sugeng AJ, Beamer PI, Lutz EA, Rosales CB. Sci Total Environ. 2013 Jun 15;463-464C:35-41. doi: 10.1016/j.scitotenv.2013.05.051.
Atrazine induces complete feminization and chemical castration in male African clawed frogs (Xenopus laevis). Hayes TB, Khoury V, Narayan A, Nazir M, Park A, Brown T, Adame L, Chan E, Buchholz D, Stueve T, Gallipeau S. Proc Natl Acad Sci U S A. 2010 Mar 9;107(10):4612-7. doi: 10.1073/pnas.0909519107.

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